no tienen la importancia que nosotros les dimos
antes.
antes.
Son como una señora con los senos opimos
los pobres elefantes.
los pobres elefantes.
El símil no es exacto, pero da bien la idea:
el elefante tiene su cola y la menea
con el fláccido ritmo que la dama sus senos…
Y se parecen mucho, aunque usted no lo crea.
El símil no es exacto, pero eso es lo de menos.
Dice un proverbio indio: "Haz que tu amada ostente
la gracia quebradiza de un joven elefante…"
He allí un símil, señora un si es no imprudente
y clásico, no obstante.
Cuando usted me decía: Yo no creo en elefantes…
abrigaba mis dudas.
Opiniones ajenas no son siempre bastantes:
la jirafa, el camello, ciertas aves zancudas
son menos admisibles. Como dije a usted antes
gusto hablar de animales con el pelo en la mano.
Como errar es humano
perseguí paquidermos por los seis continentes
-el antártico incluso- por verdades fehacientes
en dinero y cuidados no paré nunca mientes.
Hay elefantes blancos que no son comunes;
son como las gallinas que ponen huevo en lunes.
Los usan en los circos y las cortes fastuosas
para atraer turistas y algunas otras cosas.
Los elefantes son, más comúnmente, grises:
a veces son gris-rata, a veces son gris-perla
y tienen sonrosadas como usted las narices.
Cuando miro elefantes, siento anhelos de verla
y estrecharla en mis brazos, come en tiempos felices…
Los elefantes son, más comúnmente, grises…
Un rajah de la India, por razones que ignoro,
arrancó los colmillos a su fiel proboscidio
quien se puso, ipso-facto, dentadura de oro
y murió ipso-facto…
¿fue piorrea? ¿Fue suicidio?
¿Un rajah de la India? Eso sí es hilarante, hilarante
sobre todo en el cine con un buen comediante…
Un defecto, no obstante
tiene -justo es decirlo- el amigo elefante:
la epidermis que cubre su maciza estructura
es tan dura, tan dura
que adecuarse no puede a la industria del guante.
De otros puntos de vista este gran paquidermo
es tan útil, señora,
como un cambio de dieta a un estómago enfermo…
-Renato Leduc-
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