20081103

Glosas marginales a Las palabras y las cosas 3: Spinoza, Foucault, Kripke

Foucault es un historiador de las especificidades temporales y sus desviaciones abruptas. Una manera superficial de atacar las tesis discontinuistas de Foucault presentes en Las palabras y las cosas consiste en rastrear elementos de una épistème más allá de su tiempo. Esos elementos serían los ejemplos de la continuidad histórica. Por ejemplo, Foucault afirma que cuatro nociones que refieren a la relación de similitud entre objetos (la manera de hablar de las semejanzas entre las cosas) fueron esenciales para el pensamiento del siglo XVI: la convenientia, la aemulatio, la analogía y la simpatía. Un crítico puede argumentar que estas maneras de declinar las relaciones de semejanza de los objetos no desaparecieron en el siglo XVI y siguieron siendo importantes. En el siglo XVII, por ejemplo, Spinoza concede un papel importante a la aemulatio en su Ética. Afirma que la emulación es el deseo de una cosa que se engendra en nosotros porque imaginamos que otros, semejantes a nosotros, tienen el mismo deseo. Sin embargo, mientras la aemulatio renacentista es una forma de imitación que puede operar "de un cabo a otro del universo sin encadenamiento ni proximidad" (Foucault, LPC, p 28), por ejemplo entre las estrellas y las hierbas de la tierra, la emulación spinoziana ocurre según una lógica de origen cartesiano: en el espacio las relaciones se explican mecánicamente, por contacto, mientras que en la mente ocurren por imaginación, de modo que emulamos al imaginar lo que otros, semejantes a nosotros, desean. Esta relación de emulación no tiene gran cosa qué ver con la del siglo XVI.
Pero reconocer la existencia de grandes discontinuidades históricas no significa renunciar a hacer fructíferas comparaciones entre los elementos de unas y otras épistèmes, e inspirarse en viejas teorías para elaborar teorías actuales. La semántica de los mundos posibles de Kripke tiene indudable raigambre leibniziana y, sin embargo, Kripke y Leibniz pertenecen a épistèmes radicalmente distintas y muy alejadas en el tiempo. A la manera de Kripke con respecto a Leibniz, los spinozistas contemporáneos actualizan las definiciones, axiomas y proposiciones de Spinoza, aunque provengan de otra épistème. En vez de las definiciones originales de la Ética de Spinoza que para la mayoría de nosotros ya no son aceptables (por ejemplo, porque los filósofos del siglo XVII creían que la esencia de Dios suponía su existencia, lo cual lo sostienen hoy principalmente los teólogos del Vaticano que ignoran la más elemental lógica de predicados) podemos buscar nuevas definiciones que sí se mantengan. Por ejemplo, me parece que las siguientes son definiciones spinozianas-kripkeanas inofensivas:
•Hoy podríamos decir que algo existe cuando hay un mundo en el cual ocurre;
•Podemos llamar existencia extensional a la presencia material en el tiempo y en el espacio;
•Algunos llaman existencia intensional a la descripción definida de un objeto;
•Podemos quizá decir que existe infinitamente aquello que existe en todos los infinitos mundos posibles;
•Decimos que algo es un nombre propio cuando designa rígidamente un objeto existente.
De igual manera, los axiomas spinozianos pueden actualizarse como axiomas laicos gracias a la semántica anterior, de modo que algunos admitan que:
•La existencia intencional de un objeto no presupone su existencia extensional;
•La existencia extensional de un objeto sí presupone su existencia intencional;
•Hay al menos algo que es infinitamente existente, es decir, existe algo en todos los mundos posibles, algo que puede recibir un nombre propio.
Así, obtendremos, como Spinoza, nuevas proposiciones:
•Todo lo que existe, existe al menos intencionalmente;
•Algo existe extensionalmente;
•Lo que existe extensionalmente puede recibir un nombre propio;
•Lo que existe extensionalmente existe infinitamente (no eternamente);
•Lo que existe extensionalmente puede ser objeto de una descripción definida y, por lo tanto, existe infinitamente desde el punto de vista intencional;
•Se le llama a veces "forma" a la existencia intencional de los objetos que existen extensionalmente y se suele llamar "esencia" a su significado;
• Hay una forma o sustancia que corresponde a la totalidad de lo que existe extensionalmente;
• Hay formas o sustancias que corresponden a los objetos que existen extensionalmente;
•La mente es un objeto intencional leído por el propio objeto extensional que le da lugar, el cerebro;
Etcétera. Al intentar algo así, no estaremos reconstruyendo el pensamiento de Baruj Spinoza, el filósofo del siglo XVII, pues éste correspondía a otra épistème, pero sí un sistema filosófico actual emparentado con el de aquel. El sistema original de Spinoza y el del partidario de una reinterpretación en términos actuales compartirán algunas características: para ambos, por ejemplo, el problema mente/cuerpo será paralelo al problema Dios/universo, a pesar de que "mente", "cuerpo", "Dios" y "universo" significaran cosas muy distintas en el siglo XVII y ahora. Si, para Spinoza, el objeto de la idea que constituye el "alma humana" es el cuerpo humano y Dios es el objeto de la idea que constituye la sustancia infinita, para algún intérprete contemporáneo el objeto de la idea que constituye la mente humana es el cerebro humano y se llama Dios al "ser" -dotado o no de conciencia- que es el objeto de la idea que constituye la totalidad de lo existente. Dicho de otro modo, aunque las épistèmes fuesen incomensurables entre sí, existen adjetivos generales como "panteísta", "racionalista", "nominalista", "realista" que los filósofos pueden aplicar trans-épistème no por ignorancia, sino como herramientas heurísticas.