20160525

2016, año de la transición democrática

Al fin alcanzamos, en 2016, la transición a la democracia en México. Si, en Estados Unidos, las familias pueden discutir de política en la mesa, en México eso no era fácil. Allá no está mal visto preferir al candidato del partido republicano o al del demócrata, ni cambiar con respecto a la preferencia de la última elección, ni ser constante durante mucho tiempo en las preferencias. De este lado del río Bravo, en cambio, cuando era obligatorio votar por el PRI o no votar (pues el sistema era de partido único), no había democracia. Discutirlo en la mesa ni siquiera tenía sentido. Y cuando, desde 1997, algunos buscábamos ingenuamente descubrir a la opción redentora entre el PAN y el PRD, tampoco era democracia pues estábamos socialmente determinados (no votábamos con libertad). Era escandaloso que en una familia de izquierda el hijo se pronunciara por el PAN y viceversa, por el PRD, dentro de una familia acaudalada. Pero se están invirtiendo los papeles. En Estados Unidos, los electores de Trump no pueden confesar cómodamente su preferencia (es demasiado polémico). En México, luego del poderoso movimiento anulista, todo vale. ¡Democracia al fin! La gran ventaja de que todos los partidos políticos hayan tocado fondo es que podemos votar sin culpa por cualquiera al que le descubramos alguna luz. La corrupción, mediocridad y demagogia de todos ellos nos hacen libres de elegir a alguno. Porque si ninguno es bueno, votar por cualquiera está permitido. Sí, Dostoyevski me inspiró con su eslogan: "Si Dios no existe, todo está permitido". Siempre he perdido mucho tiempo tratando de identificar la opción política correcta y aun así siempre voto con sentimiento de culpa. El PRI, no porque fue el partido de Estado y son corruptísimos. Quadri, no porque se prestó al juego de Elba Esther. El PAN, no porque es de derecha homófoba y misógina. El PRD, no porque postula a gángsters y ladrones como Toledo y Valencia. Morena, no porque está acaudillado por un iluminado conservador e ignorante parecido a Maduro. Así argumentaban los anulistas hace un año. Pero, en 2016, hay que añadir que Quadri sabe de ecología y de sustentabilidad, que el PRD defiende esta vez los derechos de personas con discapacidad al postular a Katia D'Artigues y que Morena, reconozcámoslo, practica una corrupción "revolucionaria", no para comprarle mansiones blancas a López Obrador. Son la misma porquería que antes, todos malos, pero alguno peor que otros. Hoy soy más libre en mi voto que nunca antes ¡La ingenuidad ha muerto, viva la (podrida) democracia!