20080510

Crónica laberíntica desde la Biblioteca Vasconcelos

Esta que ves translúcida e infinita es la biblioteca de mi barrio. Me mude a él para vivir cerca de ella, luego de que leí en París un artículo sobre su utópica arquitectura. Yo debía regresar a México y elegí instalarme en Santa María la Ribera. No me arrepentí el día en que entré con una novia arquitecta a este gigantesco racimo de estantes que cuelgan de una estructura de metal. Es un palacio de vidrio que da vértigo y que permite ver el código de una sección de libros desde distintos niveles y lados del edificio. Se la critica mucho porque es un "elefante blanco", pero se olvida que los elefantes blancos no son comunes, que son como la gallina que pone huevo en lunes, diría Renato Leduc. Se la critica porque lo de hoy son supuestamente las bibliotecas digitales, porque hacían falta bibliotecas de barrio y en provincia, porque la selección del acervo fue improvisada y porque "no es una biblioteca de investigación" (eso dicen mis colegas, queriendo decir con ello que "sólo hay libros en español y no hay journals"). Para construirla, millones de dólares se gastaron en acero alemán y sillas italianas, en libros de ciencias ocultas y licitaciones medio podridas (más bien podridas y punto). A pesar del despilfarro o precisamente por él, yo le decía con orgullo a Louise que ésta es más bonita que la Bibliothèque Nationale de France y ella, sorprendentemente, estuvo de acuerdo. Ahora Louise se ha regresado a su patria y yo me he quedado en el barrio, envío a mis alumnos de licenciatura a trabajar aquí porque contiene cientos de miles de títulos en español y porque sigo pensando que es una obra prodigiosa, extraordinariamente bella. Es la biblioteca más grande de América Latina, dicen los guías. Yo espero que no se caiga durante un terremoto porque sería corresponsable de los decesos de mis educandos.
Es paradójico que Vicente Fox, un presidente casi iletrado, nos haya legado este monumento faraónico a la cultura. Se trató, sin duda, de un capricho, pero una vez construido sería un pecado mortal no visitarlo y masoquista no sentarse a leer en uno de sus sillones de piel, viendo la ciudad (aquí el barrio no se llama Buena-vista por causalidad). Sería tan tonto no exprimentar un paseo por sus jardines, no ir a visitar a las abejas que se reunen donde está la lavanda, no comparar los ejemplares de flores Datura que sirven para hacer toloache y que aquí cuelgan a sus anchas.
A unos meses de haber sido inaugurada prematuramente por Fox en 2006 (con fines electoreros), cuando yo apenas me había terminado de mudar, nos anunciaron que la biblioteca cerraría para ser terminada. Los funcionarios actuales culparon a los anteriores de malos manejos y de negligencia en su construcción. Ni siquiera nos permitieron a los usuarios sacar algunos libros para leerlos durante el tiempo que permanecería cerrada (como hacen en todos los países civilizados cuando una biblioteca es remodelada). Así, mi biblioteca cumplió más de un año cerrada.
Hoy ha reabierto y funciona razonablemente bien. En todo caso, sus jardines son exuberantes; sus espacios de lectura son frescos, amplios y lujosos. En el séptimo piso hace calor, en el primero frío (de modo que cada lector puede, como un lagarto, calibrar su temperatura). La luz natural penetra naturalmente. No sé cómo han resuelto el problema de los pisos de cristal que se craquelaban con el uso, amenazando a los lectores distraídos con caer al abismo y, más seriamente (pues en realidad resisten media tonelada), gastando dinero público al cambiarlos permanentemente. La biblioteca es usada por estudiantes de sectores populares y por familias de clase media. Yo voy a veces a ver un documental en la videoteca o a buscar un libro que está agotado o a oir música. Es posible leer allí periódicos y revistas actualizados. El catálogo de la mediateca está pésimamente presentado y recomiendo a los interesados buscar los videos mediante palabras claves en el catálogo electrónico general: combinen la palabra "videograbación" con la que defina su búsqueda (por ejemplo, "Bergman", "matemáticas", "Mattrix", etc.).
El arquitecto loco que concibió este proyecto se llama Alberto Kalach, el mismo que quiere regresarnos a la ciudad lacustre (Tenochtitlan) y que concibió un aeropuerto flotante que después desencadenó la furia del pueblo de Atenco.
El esqueleto de una ballena gris, instalación del artista conceptual Gabriel Orozco, flota en el centro de la Biblioteca y se pierde como un pececito ante la inmensidad de los espacios. Recomiendo ver la ballena desde el séptimo piso. Soy de la opinión que, a veces, Orozco puede ser clasificado como un artista mamón (llegué a esta conclusión al ver una instalación suya en la Documenta de Kassel, formada por una mesa llena de guijarros sin chiste). Pero su ballena es chida y le da a la biblioteca un aire de museo de historia natural.
Llevo a visitar la biblioteca a los turistas que pasan por mi casa, junto con el museo de Antropología, Xochimilco y el Centro Histórico. Es práctico, pues luego pasamos a comprar artesanías al Centro Artesanal Buenavista que está a un lado. A todos los mexicanos que tengan vocación de autodidactas (de directores de cine autodidactas, de hablantes de japonés autodidactas, de vagabundos autodidactas) los invito a pasar sus tardes o sus mañanas en los laberintos acuáticos de la Vasconcelos y en los caminitos de su jardín. Quizá de ese modo terminaremos reconociéndonos con la mirada y creando una inédita tertulia posmoderna (por lo pronto, el mejor café de la zona -extraordinario- es el de Coatepec a la salida del metro Guerrero).

20080505

Haikus en Los Angeles















Weekend in L.A.:
Futbol llanero en los polvosos parques del downtown
Cascarita entre rascacielos fantasmas
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Cruje una parrillada en Zuma Beach
Los asistentes cuentan cuántos actores conoce cada uno
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Promenade en Santa Mónica:
Los bu-bos llevan playeras de algodón y bermudas
Los vagabundos barbados y miserables usan, quizá para distinguirse, traje y corbata
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El emperador es un borracho tambaleante
Hasta que no se sienta, el camión no puede avanzar


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En el downtown
Hay un iceberg que no se derrite