20111018

Carta a mi colega Edur Velasco, en huelga de hambre


Estimado Edur:
Me dirijo a ti porque somos colegas de la UAM, aunque yo no forme parte de tu generación, la de los jóvenes fundadores que revindicaban los valores de la izquierda revolucionaria en los años setenta, sino de otra, los profesores de las Unidades Cuajimalpa y Lerma fundadas en 2005 y 2009. La mayoría de nosotros somos “progresistas” en un sentido que tu considerarás muy restringido (creemos en la lucha cultural contra el racismo, la discriminación sexual y la explotación capitalista, pero casi no estamos sindicalizados y nuestra lucha política no es mucho más activa que la del promedio de los ciudadanos). A varios nuevos profesores de la UAM nos une una cierta moral meritocrática que exige que las plazas sean asignadas a doctores con vocación de investigadores y de manera transparente. Creemos que eso redunda en beneficio de la sociedad y de los estudiantes.
A pesar de la distancia que separa a nuestras generaciones, Edur, recuerdo un breve momento en que coincidimos: una tarde de 1995 viniste a visitar en la explanada de la rectoría de la UNAM la huelga de hambre de varios jóvenes que luchaban por el derecho a la educación y a quienes yo apoyaba como pasante de derecho. En esa época, había indignación no sólo por el gran número de aspirantes excluidos sino porque se habían vendido ilegalmente exámenes de admisión a la UNAM (lo que logramos probar ante la Procuraduría General de la República y desembocó en la creación del CENEVAL). Ese instante, en el que nos conocimos y coincidimos, es suficiente para que hoy que me entero de la huelga de hambre que has iniciado hace varios días, me parezca insoportable no reaccionar de alguna forma.
Aprendí lo duro que es una huelga de hambre viendo las secuelas físicas causadas en mis amigos y representados del movimiento de 1995. Poner en juego la propia vida como forma de acción pacífica puede parecerle trivial a quienes nunca lo han hecho o a los que han aceptado que la existencia humana sea la moneda de cambio del sistema económico y político.
Tu dices que prefieres morirte en la lucha, antes que bajo las enfermedades crónicas que solemos contraer en el oficio de profesor de universidad bajo la presión de los sistemas de control neoliberales. Tus exigencias son tres: obtener que se destine el 2% del PIB mexicano a la educación superior, el aumento del Salario Mínimo y la atención a las demandas del Sindicato Mexicano de Electricistas
Te ofrezco informar de tu combate a mis colegas y alumnos. Estaré también en las manifestaciones que sean convocadas para apoyar la justicia distributiva en nombre de la cual tú estás arriesgando tanto.
Te mando un abrazo solidario,

Bernardo Bolaños
Profesor del Departamento de Humanidades
UAM-Cuajimalpa