20100403

La huelga de hambre de Darsi Ferrer


Llego a visitar la casa del médico y periodista Darsi Ferrer en La Habana en el municipio “Diez de octubre”, a principios de noviembre del 2008. Mi viaje es turístico pero me tomo el tiempo de ver al periodista y disidente. Darsi nos recibe con su esposa, Yusnaymi, en una vivienda pequeña, oscura y maltratada. Los muros están leprosos por la humedad y en algunas partes rotos de viejos. Darsi es efusivo y obsesivo. Me explica con excesiva seguridad una teoría esquemática acerca de la situación en Cuba y que se resume en la afirmación de que el contrato social cubano está en bancarrota. El contrato rezaba, dice Darsi, “te doy 20% de tus necesidades básicas y tolero que cubras el 80% restante con la ‘bolsa negra’. Pero ahora no se tolera más ese 80% y la gente no sobrevive con el 20%. Hay juicios sumarísimos a quienes venden verdura: los condena a uno o dos años de prisión. La gente ya no aguanta más, está al borde del estallido social”. Mientras habla, me pregunto si Darsi es riguroso al argumentar, también me pregunto qué intereses tiene (si el mero patriotismo o una obsesiva ideología anticomunista). Me pregunto cómo puede decirme esos porcentajes sobre la situación en Cuba si no están respaldados en estadísticas oficiales y no hay fuentes confiables independientes. Él dice que ha hecho sus propias encuestas; me muestra cuadernos con preguntas, respuestas y frecuencias calculadas. Luego continúa con su diagnóstico: “Las expectativas de los cubanos son: viajar libremente, volver a tener una sola moneda, tener acceso a una mejor educación, gozar de libertad de expresión, disfrutar al fin de un régimen democrático”. Yo le pregunto cómo puede hablar a nombre de los cubanos, que son miles. Darsi defiende su método. Me doy cuenta que las condiciones que yo poseo en México como profesor-investigador de tiempo completo no son las de él. Por su parte, Darsi también se de cuenta de mi escepticismo y hace concesiones al régimen: “La gente –dice- ha apreciado las reformas de Raúl Castro de abrir los hoteles”. Al cabo de unos minutos de charla, Darsi me cuenta de su situación personal: “Me han venido a golpear cuatro veces con matracas. La última vez me cortaron en la mano, a la altura de la muñeca. Hace tres semanas fui secuestrado. Me dijeron ‘te vamos a aplicar la ley 88 y tendrás como mínimo 25 años’. Los vecinos me quieren porque soy su médico. El hombre más poderoso del barrio no es el delegado, sino quien reparte el aceite y los granos”.
Admiro profundamente a Darsi, disidente in situ frente a los cubanos que critican desde Miami. Pone su vida y la seguridad de su familia en un segundo plano. Pero no puedo evitar pensar en el fondo de mi conciencia que es una personalidad límite, un disfuncional en la Habana ¿es normal criticar tanto al gobierno cubano desde adentro, arriesgarse tanto? Yo no me atrevería. Darsi me parece un suicida y no puedo evitar preguntarme por qué se sacrifica. ¿Realmente lucha por una abstracción como es, para alguien que ha vivido toda su vida en Cuba, la democracia liberal? Son estos los héroes, pienso.
Regreso a México el 10 de noviembre. El 23 de julio del 2009, Charlotte me envía un boletín de prensa de “Reporteros sin fronteras”. Darsi ha sido encarcelado en la penitenciaría de Valle Grande, al oeste de La Habana. Oficialmente, Darsi Ferrer fue detenido por intentar adquirir, ilegalmente, material destinado a renovar su casa, que se encontraba en mal estado. Me consta que su vivienda estaba muy deteriorada pero no creo ni un segundo que esa sea la explicación de su encierro. Según el mismo boletín, apenas el 9 de julio, Darsi y su mujer habían sido hostigados por la policía pocas horas antes de celebrarse una manifestación en la cual participarían. En febrero del 2010, Aministía Internacional reconoce a Darsi Ferrer como preso de conciencia en Cuba. El 23 de marzo del 2010, Darsi Ferrer se declara en huelga de hambre. Por primera vez en mi vida, comprendo de manera concreta el multicitado apotegma de Voltaire (que, desgraciadamente, es apócrifo): “No estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero daría la vida por su derecho a decirlo”. Tras 24 días, Darsi suspendió afortunadamente su ayuno. ¡Cuba y tu familia te necesitan vivo!

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