
Te puse un diez, ahora escribo un soneto,
porque no te gustó mi parrafito:
“La calificación no importa, es el respeto
¿Por qué me tachonea, doctor, mi manuscrito?”
Yo que te había admirado, infame señorito,
sorprendiéndome al verte superar todo reto.
Ahora miro al pasado, me digo y me repito:
un genio es demasiado si es también erudeto.
¿Cuál era mi pecado? ¡Si admiraba tu prosa!
Y fuiste largo tiempo mi pupilo soñado,
quise aumentar tu gloria escribiendo una glosa.
Ya no podré olvidar jamás nuestro altercado.
Quedarás para siempre en la memoria odiosa
de cuantos estudiantes hube hasta ahora encontrado.
2 comentarios:
Hola Bernardo...
¿¿¿Qué sucedió con el manual???
Saludos
El encuentro con Luz Irizábal fue traumático. Trataré de contarles.
Publicar un comentario