20110513
Historia de la mente: de Bourdieu a Heráclito
Creo útiles los esfuerzos por hacer una historia de la mente o de la razón. "Hay una historia de la razón -escribe Bourdieu- lo que no quiere decir que la razón se reduzca a su historia sino que existen las condiciones históricas de la aparición de formas sociales de comunicación que hacen posible la producción de verdad". Pero hacer esta historia es casi como caminar en terreno minado. Tomemos el caso de una polémica intelectual contemporánea entre admirados profesores de filosofía griega. De acuerdo con Jean Pierre Vernant, la máxima délfica “conócete a ti mismo” no recomendaba la introspección, ni el autoanálisis para descubrir al “yo”. En realidad, según el autor francés, se trataba de conocer los límites propios, reconocerse mortal y no pretender equipararse a los dioses. En el mismo sentido, de acuerdo con la Dra. Leticia Flores Farfán, fue Sócrates quien "interpretó la máxima délfica de 'Conócete a ti mismo' como un examen introspectivo de conciencia que nos llevaría al autoconocimiento, al verdadero saber de lo que en realidad somos". Antes, los griegos no habrían practicado la introspección y se reconocían a sí mismos gracias a la imagen propia que los otros les reenvíaban; como dice el diálogo socrático Alcibíades gracias a su propio reflejo en las pupilas del otro (véase el libro de Flores Farfán, En el espejo de tus pupilas. Ensayos sobre alteridad en Grecia antigua, Mexico: Editarte, 2011).
En cambio, el Dr. Enrique Hülsz, también de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, aduce varios fragmentos de Heráclito para sostener que "el vínculo logos-psykhe es bastante explícito [...] El primero de éstos parece la metáfora de una búsqueda interior, hacia los límites de la psykhe, que no pueden ser alcanzados por ningún camino, debido a su 'logos profundo'". Las siguientes traducciones de fragmentos de Heráclito son suyas:
[B45] "Si vas a los límites del alma, no los encontrarías aunque recorrieras todos los caminos: tan profundo es su logos."
Hülsz escribe que "quizás en este fragmento Heráclito explique el contenido implícito en su declaración de haberse investigado a sí mismo". En efecto, otro fragmento reza literalmente [B101] "Yo me investigué a mí mismo".
Hay, al menos, dos fragmentos más de Herácito que vienen a cuento:
[B1 13] "Común a todos es pensar"
[B1 16] "Todos los hombres participan del conocerse a sí mismos y del ser sensatos"
Por otro lado, Heráclito parece anticipar la expropiación interior del Daimonion socrático. Este Daimonion era una voz interior, un murmullo del más allá que progresivamente se habría de convertir en "el yo". Pero Heráclito anticipa esta revolución cuando escribe:
[B119] "ethos anthropoi daimon"
Es decir, el carácter del hombre es su daimon. La propuesta de traducción de Hülsz es:
[B119] "Para el hombre, el carácter (ethos) es destino (daimon)"
...sin embargo, parece conveniente tener en mente el sentido directo de daimon, como espíritu guardián. Porque entonces el significado del aforismo es, como explica Daniel W. Graham, que para el hombre la suerte no depende de tener un demonio afortunado (eudaimon) o maldito (dusdaimon), sino del propio carácter. Mientras encontramos una referencia anterior, el fragmento [B119] de Heráclito puede ser considerado, entonces, como un certificado de nacimiento del concepto de voluntad (antes el destino del hombre depende de un daimon, de una especie de tona y a partir de Heráclito reposa en el hombre mismo).
Pero, volviendo a la polémica antes referida, estos fragmentos pueden ser interpretados en un sentido no introspectivo, sino fisiológico. El surgimiento de la voluntad no supone necesariamente el de un "yo". Como escribe Gaos, en Heráclito "es posible, en efecto, que la explicación del mundo sea una extensión de la explicación del hombre, en lugar de ser ésta una aplicación de aquélla: cosa semejante se encontró en el fragmento de Anaxímenes". Gaos se refiere a que para este último presocrático el aliento que constituye nuestra psykhe nos permite transpolar y afirmar que "un aliento y un aire circunda y sujeta el mundo entero". De la misma manera, Heráclito se percata que somos como ríos, fluimos, y ese conocerse a sí mismo le permite acceder al logos que fluye igualmente como un río, logos entendido no necesariamente como lenguaje y razón, no necesariamente como fundamento del "yo", sino como fluido físico y como racionalidad cósmica, exterior. Aplicada a la Grecia antigua, el concepto de alma inmaterial, de sustancia inextensa, es quizá un anacronismo cartesiano.
En todo caso, es claro que la cognición humana, interpretada ya sea como fluido, alma o mente, es una herramienta universal de los homo sapiens anterior a Babilonia, Grecia, Mesomérica y todas las civilizaciones antiguas (en palabras de Heráclito: [B1 13] "Común a todos es pensar"). Desde la epistème que nos es propia en el siglo XXI, creemos que la psykhe siempre ha sido actividad cerebral, pero no debemos pensar que siempre fue alma, mente o autoconsciencia. Porque existe una historia natural de la cognición humana que debe contarse en términos evolutivos, pero hay otra, la de los ejericios de esa misma cognición humana, que no es patrimonio uniforme de todos los pueblos y culturas (en palabras de Heráclito, hay psykhes bárbaras [B107] y "aunque este logos es real y verdadero siempre los hombres se tornan incapaces de comprenderlo, tanto antes de escucharlo como después de haberlo escuchado por primera vez" [B1]). En conclusión, existe una historia cultural de la cognición humana que debe contarse en sus propios términos, como autocomprensión, autointerpretación y autoconstrucción.
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Anaximandro,
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